domingo, 27 de marzo de 2011

Cruce de caminos

Un vuelco al corazón. ¿Quién no lo ha sentido?


Anoche, una amiga me comentaba que hay veces que conoces a alguien y el corazón decide latir al ritmo que le da la gana, te pones colorada, si te mira quieres que te trague la tierra (aunque también quieres que siga mirando)...en fin, te enamoras en ese instante. Ojalá todo el mundo sienta eso alguna vez en su vida, porque, como otro amigo me decía también anoche, "te sientes vivo de verdad".


Y es que hace unos cuatro meses a mí me pasó. De camino al trabajo,empecé a cruzarme a menudo en el mismo punto de la calle con un guapo encorbatado. La primera vez y la segunda no presté demasiada atención, pero a la tercera me fijé bien y pensé "Qué guapo...creo que me quedaría genial". Al poco tiempo empecé a encontrármelo también a la hora de la comida, y cada vez que le veía no podía impedir que el corazón se me saliera del pecho y empezara a repasar mi aspecto mentalmente. Y cada día que le veía al final me daba rabia, no sabía si lo volvería a ver, si alguna vez nos conoceríamos...no sabía nada más que trabajaba cerca de donde yo trabajo y, a juzgar por su vestimenta, en alguno de los muchos bancos o bufetes de abogados que hay por la zona.
No podía ser, si volvía a verle, tenía que hacer algo para no sentirme impotente después. Así que tomé una decisión. Después de tomarla volví a verle dos veces, y no fui capaz de llevar a cabo mi plan, me daba pánico. Pero entonces llegó el lunes.


Llevaba tres semanas sin verle, y, como es lo habitual, ese día fui a comer la sitio donde a veces coincidimos. Allí estaba, rodeado de compañeros de trabajo (me imagino). Yo me quedé también a comer allí con uno de mis compañeros. Al rato, él y su mesa acabaron y salieron; hice de tripas corazón, le dije a mi amigo que salía un momento a saludar a alguien que había visto y baje deprisa hasta alcanzar al numeroso grupo. Entonces me saqué una nota que llevaba escrita en el bolsillo, me acerqué por detrás a él, se la di y le pedí que por favor la leyera. ¿Y después?  Después...salí corriendo despavorida. Ni siquiera le vi la cara que puso, ni lo a cuadros que se quedaban todos los que le acompañaban. Corrí hasta volver con mi compañero, y esperé a que se me bajaran las pulsaciones (algo que aún no ha ocurrido).
En la nota, entre otras cosas, me presentaba y ponía mi número de teléfono, así que ahora venía la peor parte: esperar. Esperar a que llamara, o....a que no.


Pasó el lunes...nada. Pasó el martes...nada. Llegó el miércoles y...¡un sms de un desconocido!


Sí, me escribió, me escribió para decirme que le había sorprendido mucho lo que yo había hecho, pero que ahora mismo estaba con alguien , etc. Se me partió un poquito el corazón, pero agradecí que me escribiera y no me arrepiento para nada de haberme atrevido a darle el papel. 


Y es que yo soy así, siempre lo he sido. Se supone que la mujer debe esperar a que él de el primer paso, pero, sinceramente, a veces no se puede esperar demasiado sin perder el tiempo. Si uno quiere algo tiene que ir a por ello, y si resulta que lo que se quiere está muy lejos, si no das el primer paso nunca va a estar más cerca. Yo he dado el primer paso varias veces, otras no, algunas salieron bien, otras no (como ésta última). ¿Qué hay de malo en buscar la magia, el cosquilleo, la felicidad? Por ello, contándole lo de esta semana a una persona muy muy cercana a mí, ella me dijo que tenía que escribir todas las cosas que me pasan en este campo...y ¡aquí estoy!


A veces me avergüenzo de mí misma, me digo que soy idiota, que cuándo voy a aprender, que hasta cuándo voy a seguir haciendo el canelo...Pues el otro día me rebelé contra mí y dije: "¿Que  hasta cuándo? ¡Hasta que lo consiga!".