viernes, 24 de junio de 2011

Mundos paralelos

Recientemente he pasado unos días en Viena. Es una ciudad preciosa, elegante, imperial. Lo suficientemente grande para ser una capital, y al mismo tiempo lo suficientemente pequeña para verla casi toda caminando. Cuando uno pasea junto a la Ópera, se toma un trozo de tarta en el Hotel Sacher o va de compras por la zona de la catedral para acabar contemplando el inmenso e imponente palacio real se siente transformado, el aire regio y elegante que la historia ha dejado en Viena contagia a todos los que van.

Por lo que he podido comprobar las habitantes de esta ciudad son serios, algo altivos y con un orgullo tremendo de ser Austriacos.

Pero cuando cae la noche algo cambia. Al menos algo diferente vi una de las noches en que salí de fiesta con mi amiga. Viena de noche es preciosa, la iluminación, las calles desahogadas de gente, la temperatura ideal (en esta época, porque en invierno no hay quien pare). Puede ser una ciudad muy romántica para ir con pareja. Pero ése es otro tema.

Volviendo a esa noche en que salimos de fiesta, fuimos a un sitio que se supone que iba a ser genial, de lo más "in", justo en el centro de la ciudad. Allí fuimos, pero todo lo señorial que podía ser la ubicación del club se terminaba al entrar y bajar las escaleras hasta la barra y el espacio para bailar.

No es que el sitio fuera malo, todo lo contrario, la decoración era bonita y es de los típicos sitios que a mí en otras circunstancias me hubiera encantado. Bueno, en otras circunstancias no, mejor debería de decir que con otras personas dentro. Me explico: el noventa por ciento de la gente que había allí eran hombres que sobrepasaban los cuarenta años vestidos como chicos de 20 y chicas que no llegarían a los 30 la mayoría vestidas dejando muy poco lugar a la imaginación, maquilladas perfectamente. Todas guapísimas, todas desesperadas porque uno de esos cuarentones les pagara una copa. Busqué el "orgullo austriaco", y resulta que no quería entrar allí.

Y yo me quedé perpleja, decepcionada. Es que era penoso ver a todas las chicas bailar como si fueran bailarinas de barra contoneándose sobre los tacones de 15cm, poniendo cara de viciosas y atusándose el pelo para, una vez conquistado el "galán" de turno dejarse manosear, sobar y besuquear por él delante de todo el mundo.


A mí se me acercaron dos, el primero sólo con la mirada que le eché me dejó en paz; el segundo fue más pesado, pero fingí no entender alemán para que me dejase en paz. Ambos viejos, ambos ridículos. Me hizo gracia, porque con el segundo una de mis amigas me dijo "¿Qué más da si no te gusta? ¡Al menos que te invite a una copa!". No, lo siento, prefiero no tomar nada y ahorrarme esas miradas que no me gustan.


El caso es que, sigo preguntándome por qué. Por qué esa chica con quien me choqué en el baño, esa chica despampanante: rubia, alta, guapísima, con una figura que ya quisieran las modelos del Vogue, por qué esa chica sentía la necesidad de estar en aquel sitio. Me pregunto cómo acabaría la noche, y con qué...perdón, con quién.


La historia, la realidad, y mi abuela afirman que las mujeres podemos conseguir lo que queramos de los hombres. Aunque no seamos unas diosas físicamente, tenemos el gen de poder conseguir lo que queramos del otro sexo si llegamos a usar nuestras armas con destreza. Entonces, ¿por qué hay chicas que, teniendo algo tan valorado hoy día como es el físico, no aspiran a lo mejor de lo mejor? ¿Por qué se conforman con un tío salido (y casado...vi muchas alianzas y pocas esposas al lado) y baboso?


Puede que ya hayan intentado tener algo mejor y no lo hayan conseguido. Puede...pero me resulta difícil pensar que chicas así se conformen, que crean que su felicidad depende de un hombre, y que, cuando el hombre adecuado no aparece, cualquier desesperado les parezca suficiente para ellas. Desde luego no hacen honor a Sisí, ella no se dejó dominar ni por el emperador con el que se casó.


Al menos algo saqué en claro de allí: vi el tipo de mujer que yo no quiero ser. Pasé de rancios y fui feliz regresando a casa habiendo comido tarta Sacher y barquillos Manner...

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